Un verano con gafas violetas

Siempre me encantó el verano. Pero, lo que más me ha gustado siempre es la ropa de verano. Desde muy pequeña mi padre se ha empeñado en llamarme puta (aunque bien sabe que no tengo ingresos extras en la cuenta) para mi padre el llevar un escote al que si te asomas me ves el ombligo y unos pantalones que muchos llaman cinturones, te convierte en una puta. Pero a mi me encanta ir así, vivo en la ciudad más calurosa de España y, creo que tengo derecho a refrescarme a mi modo.
El caso es que me encanta (o me encantaba) vestirme así. El problema ha surgido con la llegada a mis ojos de las gafas violetas.

No se si sabréis que es esto pero, es una metáfora que Gemma Lienas utilizó en su libro El diario violeta de Carlota para referirse a la mirada crítica desde el punto de vista de género. Vamos que si llevas las gafas violetas estás todo el santo día viendo misoginia.
Las gafas violetas agotan. Una vez que te las pones ya no te las puedes quitar.
Yo me las puse hace unos 8 meses y comienzo a estar agotada y no porque no me guste ser crítica en este aspecto si no porque me agota que haya tantísimo machismo por el mundo.

He estado pensando por qué este año he sufrido tanto acoso callejero si yo nunca había sufrido mucho estas cosas y, la respuesta son las gafas. No es que todos los hombres de mi pueblo hayan decidido confabularse para hacerme los paseos imposibles, no, es que ahora le doy importancia a cosas de las que antes pasaba.

Muches pensaréis si no es mejor seguir pasando, que así se vive más feliz. Pero, es que las gafas violetas son un arma de doble filo. Las gafas violetas te hacen consciente de los machismos y aunque eso te duele a ti, también le duele al ejecutor de dicha acción. Cuando somos conscientes de acciones como estas ya no podemos mantenernos impasibles porque las gafas violetas no solo te hacen consciente de la influencia del patriarcado, si no que también te llena de rabia y de ganas de enseñar los dientes.

Ha sido verano horrible sí. Las gafas violetas hacen que ahora tenga que luchar a cada paso pero, es que estas gafas traen consigo muchas cosas que te salvan, te salvan más que te hunden.
Estas gafas vienen con un montón de gente detrás, es como que cuando te las pones ya nunca vas sola por la vida, formas parte de una manada que te acoge y te arropa cuando el patriarcado te pesa demasiado. Una manada que se transforma en jauría de feministas con ganas de luchar.

La mejor decisión que pude tomar fue empezar a verlo todo con perspectiva de género. Calzarme esas gafas violetas.
Pitusa

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