El juego del ratón y el gato
Mi historia empezó justo en el momento en que le conocí. Él era un
chico con gustos muy similares a los míos y fue muy fácil para los dos empezar
una amistad.
Mi grupo de amiges por aquel entonces, se relacionaba mucho con su
grupo y era muy frecuente vernos. Yo siempre lo ví como un amigo y nada más,
pero pronto fui consciente de que él me miraba de otra manera y fue cuando todo
cambió en nuestra relación.
Empecé a enterarme de que amenazaba a otros chicos de acercarse a mí y
me tuve que morder la lengua para no decir nada, ya que si hablaba delataba a
quién me había informado de ello y tampoco quería perjudicar a nadie. Intenté
ser discreta y poco a poco ir distanciando aquella amistad para parar algo que
acabaría en problemas.
Por desgracia, él era más astuto de lo que imaginaba y se convirtió en
un juego del gato que persigue al ratón en un mundo donde nadie más se daba
cuenta de lo cansado que estaba aquel ratón de huir constantemente de una
situación que iba empeorando.
Cuando decidió decirme lo que sentía por mí, me planté delante de él y
le confesé que su amor no era correspondido y que lo sentía mucho.
Recuerdo perfectamente el último pensamiento de aquella noche, sus ojos
cargados de ira ante mi respuesta. Recuerdo también, que deseé que me olvidara
para siempre.
Pero para mala suerte, lo único que había hecho rechazándolo, fue
despertar una ira que cada vez que se encontraba conmigo, se desataba golpeando
paredes y montando espectáculos llorando y enfadándose.
Me horroricé la primera vez que presencié una escena así y aún más
cuando descubrí, que como en el tema de acosarme donde me seguía y vigilaba
todo lo que hacía, nadie se daba cuenta de lo que estaba sucediendo otra vez.
Sus amiges me explicaban lo mal que estaba por haberle roto el corazón
y que era normal que reaccionara así. Mis amiges en cambio, pensaban que era
una manera de demostrarme lo que sentía por mí y que no debía ser tan dura con
él ya que él era el único que sufría. ¿Cómo me podían decir eso, después de
todo lo que les contaba?
Al principio, intenté parar al chico por medio del diálogo, esperanzada
de hacerle comprender. Pero pronto descubrí que era inútil y decidí soltarle todo
lo que pensaba sobre como actuaba y que yo jamás sería suya y lo tenía que
aceptar. Que yo no era de su propiedad, que no quería que me siguiera a todas
partes cuando me negaba, que no quería que me vigilara. ¡No quería que nadie
controlara ni dominara mi vida porque era mía! Quise llorar de rabia porque ví
que disfrutaba llevándose mi atención aunque fuera de esa manera. Parecía
disfrutar de que yo me resistiera, así que decidí cumplir el sueño de que me
olvidara para siempre ignorándolo por completo. Él enseguida pilló la indirecta
y contestó con más fuerza que antes al saber que jamás podría tenerme. Temblé
con solo imaginarme que esa furia podía en vez de destrozar paredes, acabar en
mi propio cuerpo.
Lo más fuerte fue que a partir de ese momento, presencié como la gente
cuchicheaba y me hablaba de lo mala persona que llegaba a ser por no rendirme a
sus pies o por no ser al menos más simpática con él, de cuánto él sufría y lo
indiferente que yo me mostraba. Todo el mundo veía a una chica que había decidido
romper una amistad de meses actuando de forma muy inmadura y muy cruel al
negarle el habla a un pobre chico que parecía ser un romántico queriendo
siempre cuidar de ella, escribiéndole cosas bonitas y nunca rindiéndose a ganar
por fin su amor (no se dió por vencido en 3 años, que se dice rápido). ¡Encima
esa chica se excusaba diciendo que era víctima del machismo y que sus
decisiones habían estado más que justificadas ya que ella también padecía!
¿Cómo se atrevía? Nadie comprendía que eso era machismo porque ella jamás fue
insultada ni pegada por parte de su acosador. “Exageras y no valoras cuánto te
quiere”, era la respuesta más común.
Con esta experiencia, que nunca fue comprendida por nadie de les que la
vivieron de cerca, solo os quiero avisar de que si alguna vez pasáis por esto,
sed fuertes y valientes. Que no os venza el miedo ni la presión social. Vivimos
en una sociedad tan machista que muchas veces somo ciegues ante situaciones que
creemos normales y no somos conscientes de lo que realmente pasa a nuestro
alrededor.
Por eso quiero que lo anotéis en vuestra memoria y que cada vez que os
venga alguien a contaros que quieren controlar su vida, le escuchéis y no os
atreváis a decirle que no exagere juzgándole. Deteneros un momento y miradle a
los ojos. Quizás observéis la impotencia que transmite su mirada, la esperanza
que tiene de que su problema deje de existir, la fe que tiene en que tú
simplemente le escuches y le des tu apoyo.
Miau
Muchas gracias por compartir tu historia Miau, me alegro mucho que hayas sido tan fuerte y valiente.
ResponderEliminar¡A vosotras por compartirla!
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