Conversación con mi antigua yo

Imagina que se inventase una máquina del tiempo. Imagina que decides ir a visitarte a ti misme hace algunos años. Imagina que llegas a tu calle, tocas a la puerta y te abres tú, un poco más joven… ¿qué te dirías?

Yo he estado pensando mucho en esta situación.
Sueño que me abrazo, muy fuerte. Miro a los ojos a esa niña de 15 años que sonríe ante la vida, esa niña tímida que apenas se atreve a hablar con sus compañeres, a la que no invitan a las fiestas, la “friki”, la “rara” que se queda sola leyendo libros todos los recreos, la que tartamudea si tiene que exponer en público.
Le diría que tenga cuidado con el chico que vendrá dentro de unos meses a clase. Que sé que él le va a escribir poemas y a acariciarla como nadie lo había hecho hasta entonces. Que sentirá en sus brazos que es la chica más genial del mundo. Le diría que ella es genial, aunque él no la tenga entre sus brazos. Le diría que se cuide de esos “te quiero solo para mí”, de aquellos “eres mi pequeña” y de los “yo te protegeré”. Le diría que no está bien que le controle el móvil. Que no deje de ver a sus amigas por compartir más tiempo con él. Que no deje de comer para estar “perfecta”. Le diría que puede seguir estudiando, que confíe en ella misma, que no es torpe ni inútil y puede conseguir todo lo que se proponga. Le diría que no olvidase nunca aquella vez que él la dejó sola en mitad de la noche a las afueras de la ciudad porque “se había portado mal” y un tipo de un coche quiso “llevarla a casa”. Le diría que su ropa no provoca y que no tiene la obligación de tener sexo con nadie si no tiene ganas, si está cansada, si se siente presionada. Le diría que él no tenía “miedo de perderla”, que sólo pretendía controlar su vida. Que no es amor si tiene que mentir con quién está o dónde. Que no es amor si él le miente. Le diría que no escuchase esas degradaciones con desprecio que él lanza sobre su familia y sus amistades, que él no la aparte del pequeño grupo de confianza que tiene. Que sus amigas sólo intentan ayudarla. Que escuche a su madre. Le diría que no permitiese gritos ni insultos ni portazos. Que él no tiene derecho a menospreciarla, que nadie tiene ese derecho. Que ella no es un trofeo que él puede ir exhibiendo delante de sus colegas. Que ella no es “su titi” ni “su chica”: que ella no le pertenece, que es únicamente suya, que no tiene dueño. Le diría que las humillaciones en público no son graciosas, que las violaciones también pueden ser de parte de tu pareja, que la violencia no es sólo el asesinato. Que los chistes machistas, racistas y homófobos sólo perpetúan la desigualdad y la injusticia, que no es que ella tenga “poco sentido del humor”. Le diría que se aparte de ese puño enfurecido que golpea la pared, tan cerca de su cara. Que no se encierre en su cuarto, que no piense que no vale para nada, que no se sienta inferior. Le diría que ella no tiene la culpa. Que no es feo tener estrías, que si no le gustan las faldas no se las ponga, que no tiene que envidiar otros cuerpos de mujeres “mejores que ella”, que si no quiere llevar el anillo que él le regaló no es una ofensa. Que no pierde su parte femenina por llevar pantalones todos los días. Le diría que no haga caso de los “sin ti no soy nada”, los “mi vida”, los “no volverá a ocurrir”. Que él no va a cambiar. Que no todo se soluciona con un lo siento. Que no diese más oportunidades. Le diría que no aguante sus ataques de rabia y de celos, que eso no son “signos de que la quiere mucho”, que le va a costar un cardenal entre las tetas que nadie más que ella sabrá que está ahí, un cardenal que ella verá cada mañana al mirarse al espejo y llorará porque tiene todo el alma igual de golpeado. Que ella no tiene que aguantar esos abusos. Que nadie puede llamarla idiota. Que no se deje escupir. Que no la cojan del pelo. Que no la señalen. Que no se burlen. Que no le chillen en público. Que no le chillen. Que ella no hace todo mal. Que él también se equivoca. Que no crea nunca los “no sirves para nada” ni los “eres una histérica”. Que no tenga paciencia, que explote si lo necesita, que no se muerda la lengua, que ponga freno a ese sinsentido. Que no se maquille porque a él le guste más. Que no deje de maquillarse porque él piensa que es muy superficial. Que se ponga la camiseta que quiera. Y que un vestido nunca es “demasiado” corto. Que su cuerpo es suyo y puede mandarle fotos a quien ella quiera. Que no tiene ideales utópicos, que no es una soñadora, que no vive en las nubes, que no tiene la cabeza llena de pájaros, que no necesita un hombre para que le ponga los pies sobre la tierra. Que siga escribiendo y dibujando aunque a él no le guste. Que sus tetas no tienen nombre, y mucho menos el nombre que él les ponga. Que contar sus intimidades sin permiso también es acoso. Que puede hablar con quien ella quiera, que su mejor amigo no es una amenaza, que no todos los chicos la quieren sólo por el sexo, que no sólo él puede salvarla. Que no se deje manipular. Que no es débil por llorar, pero que no es sano dormir entre lágrimas toda la noche. Que quien te quiere no te hace llorar. Que el amor no es estar a veces en el paraíso y a los cinco minutos, en el infierno. Y que el diablo no puede ser también tu ángel. Que no necesita ángel de la guarda, que se vale por sí misma. Que no necesita media naranja para estar completa. Que aunque ella lo quiera, él no sabe quererla. Que no es una mala novia por no atenderle el teléfono, ni por no tener sexo siempre que él quiere. Que a ella no le gusta que le aprieten el cuello hasta casi asfixiarla mientras follan. Que no lo complazca. Que no haga las cosas “para no enfadarlo”. Que no es amor si en un viaje de estudios a París la hace llorar durante días. Que lo que él ha roto, él no puede repararlo. Que no sirve un pastel de chocolate ni unas flores. Que nada compensa un grito, y mucho menos si los gritos se convierten en rutina. Que seguirá así. Que él es así. Que ella puede salir de eso, que es fuerte, que es valiente, que es feminista. Que no se merece eso. Que su vida vale mucho más. Que no tiene que contentarlo. Que no. Que se quede con los buenos momentos de la relación, pero que nunca olvide los malos para no volver a repetirlos.
Le diría que no tenga miedo a vivir sin él. Que no tenga miedo a vivir.
Le diría que no se asuste de las relaciones que pueden venir más adelante, que no todas serán así.
Le diría que no se asuste si no encuentra ninguna relación que la haga completamente feliz. Que puede estar con muches, que no es malo no tener pareja.
Le diría que no tenga miedo de ser libre, que no tiene que definirse, que se divierta y sonría. Que sonría. Que ninguna revolución se consigue con tristeza.
Que no está sola. Que la sororidad es nuestra mejor arma. Que tiene mil compañeres a su lado, aunque ni les conozca. Que la quieren. Que la apoyan. Que no está sola. Que no está sola. Que no está sola. Que no está sola.

Mujer Lunar.

Comentarios

  1. Me encantó tu aportación, de verdad Mujer Lunar. La forma de contarnos tu experiencia, una forma tan cercana, no se, has conseguido emocionarme.
    Eres muy fuerte, y efectivamente nunca estarás sola.

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  2. Me encanta tu forma de escribir y de expresarlo. Siento que hayas tenido que pasar por todo eso, espero y deseo que no lo hagas nunca más. Nunca estarás sola. 💜

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  3. Agradezco de corazon tu valentia, y la de todes, al contar estas experiencias. Siento que entiendo mejor los problemas y sentimientos por los que habeis pasado, que sin vuestra ayuda nunca hubiera conocido o comprendido como ahora. Espero que ahora o algun dia esa chica sea completamente libre para quererse y para vivir.

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