La ley del silencio

Era un día normal en una mañana de verano normal en un autobús normal. Sí, todo muy normal. Servidora estaba escuchando música y hablando con otras gentes en el móvil, totalmente distraída. Pero cuando servidora se distrae, tiende a mirar por las ventanas de los autobuses. Y entonces le vi a él. Un tío de unos cincuenta años y con una actitud un tanto… rara. Se le veía nervioso. Y no dejaba de mirar a la chica que estaba sentada detrás de mí.
Supongo que al principio no le di ninguna importancia. Estás en un bus lleno de gente, es normal que te acabes fijando en alguien, que alguien te llame la atención. Lo quizá no es tan normal es que empieces a sacarle fotos a ese alguien con el móvil.
Él lo hizo y yo me di cuenta; la chica que estaba detrás de mí, no. Me giré un poco y vi que estaba centrada en su móvil. Llevaba pantalones cortos —algo normal porque era verano— y se había sentado, como hacemos muches de nosotres cuando vamos en bus, con los pies apoyadas en el asiento de delante.
Y algo hizo clic en mi cabeza. Miré otra vez al tío que estaba en la fila de asientos de la derecha. Sí, le estaba haciendo fotos. Mi primera reacción entonces fue pensar que seguramente me estuviera equivocando, que estaría haciendo cualquier otra cosa. Que no debía pensar mal de todo el mundo porque bien podría ser una situación totalmente normal. Hasta que se estiró y su erección quedó más que a la vista.
Quise romperle la cara. Quise girarme y decirle a la chica que ese ser le estaba haciendo fotos y se estaba poniendo cachondo con ello. Quise gritar para que todes se enteraran de lo que estaba sucediendo.
Y finalmente quise llorar. Llorar de impotencia porque lo único que pude hacer fue mirarle fijamente, hasta que se dio cuenta de que le estaba mirando, guardó el móvil y ocultó la erección como pudo. Llorar de impotencia porque imperó la ley del silencio y yo fui víctima de ella. Llorar de impotencia porque no pude decir nada, hacer nada. Llorar de impotencia porque, en ese momento, me convertí en su cómplice. Callé cuando debería haber gritado.

El problema, supongo, es que todo era demasiado normal como para hacer algo.

Vitamina C

Comentarios

  1. Me ha gustado mucho tu blog, espero que continúes escribiendo en él. Es hora de que las mujeres empecemos a destruir esa ley del silencio sin tener miedo, porque el miedo es lo que nos hace estar calladas. Gracias por esto, un saludo.

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  2. La ley del silencio, esa soga que te aprieta cada vez más fuerte, gracias por compartirlo Vitamina C :)

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